“humanidad, merecimiento y corazón”.
En la Costa del Sol, coronando el acantilado de El Cantal, a cinco minutos de la playa de Cala del Moral y de la playa de Rincón de la Victoria, se alza desde hace más de ocho años, un colosal edificio.
Orientado al sur y gracias a su diseño arquitectónico en forma de uve, cuenta con unas vistas maravillosas.
Al Oeste, la playa de la Malagueta y el puerto de la capital de su provincia; y al Este, Torre de Benagalbón y las playas de Benajarafe; Frente al mar de fondo, un inmenso paisaje lleno de luz, color y pura naturaleza mediterránea se nos muestra.
Un edificio de más de nueve mil metros cuadrados, destinado a ser disfrutado por unos pocos privilegiados, plantea grandes zonas comunes, traza líneas amables, derrocha espacios abiertos, busca y aprovecha el máximo soleamiento y fomenta y provoca la ventilación natural. No descuida detalle alguno, pero su mejor virtud, sin duda, es su soberbio emplazamiento rodeado de un maravilloso, acogedor, cuidado e histórico barrio de baja densidad. El Barrio de El Cantalen la preciosa ciudad de Rincón de la Victoria.
Las pegas; dos.
Es un edificio ejecutado a poco más del cuarenta por ciento y su uso, “hotelero”.
Estas circunstancias, hacían palidecer la belleza y enormes posibilidades que, sin embargo, yo vi en él desde el primer momento en que puse un pie en su hercúlea y sorprendente estructura.
Puede parecer una locura, pero la Economía Social es así. Este Sector al que tengo el honor de pertenecer y representar en su área de “vivienda” es capaz de proponer y conseguir objetivos que otro tipo de entidades, basadas y sostenidas en sus cuentas de resultado y en la rentabilidad económica, si quiera se pueden plantear.
Más de un año de complejo trabajo, con mucha negociación y sobresaltos, no ha impedido que una Cooperativa de Viviendas andaluza, constituida para tal fin, tutelada por CONCOVI y asesorada y guiada por grandes profesionales y gestores homologados por esta Confederación, lograran que, en este mes de septiembre de 2024, este edificio fuera adquirido por la “Cooperativa El Sillar”.
Debo reconocer y recoger en esta humilde columna, el apoyo y ayuda que recibimos del cuerpo técnico del Ayuntamiento y todo su Equipo de Gobierno, muy especialmente de su alcalde Francisco Salado. Tramitaron con la máxima sensibilidad el cambio de uso a “residencial” para que hoy, 73 familias españolas y residentes en la provincia de Málaga puedan terminar las obras y acceder en propiedad a sus hogares, rediseñados con mucha ilusión y atendiendo sus necesidades reales.
No me olvido, no, de la propiedad del edificio que, siempre confió en la capacidad del movimiento cooperativo,su espíritu y fortaleza. También recuerdo y admiro a todos los profesionales que han conseguido con su trabajo y oficio que esta imposible locura, se cumpla.
Ayer era un colosal edificio; mañana; cuando los socios cooperativistas accedan a sus hogares y sus familias formen parte de este carismático barrio, seguirá siéndolo, pero ahora, lleno de humanidad, merecimiento y corazón.
Bonita historia, ¿verdad?