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Opinión del presidente: Septiembre2022

“la vuelta al cole”.

No salimos de una y nos metemos en otra.

Tras superar la crisis sanitaria y dos veranos llenos de restricciones de movilidad, limitaciones sociales y coerciones de convivencia, nos fuimos de vacaciones sin mirar atrás y sin querer reconocer que otra gran amenaza se cernía sobre las capacidades y posibilidades de crecimiento de nuestra sociedad.

La vuelta al cole, no ha podido empezar peor. Una nueva crisis, inédita también, está frenando el crecimiento económico de Europa y amenaza convertirse en un proceso de recesión que puede afectar, no sólo al bolsillo y bienestar de la población, sino también a la manera de consumir, comportarse y básicamente, de vivir.

La crisis energética por la que estamos atravesando, me perdonarán los expertos y los políticos que la están estudiando y combatiendo, sencillamente, no hay quien la entienda.

Y yo me pregunto, reconociendo mi absoluta incapacidad e ignorancia, cómo es posible que, ante el desmesurado incremento del precio de la luz, el gas y los derivados del petróleo, los gobiernos que forman parte de la Unión Europea y de la zona euro no puedan frenar la inflación, ya por encima del 9% y no puedan limitar la subida de los precios de estas materias esenciales, proponiendo, tras esa gran reunión de los Ministros de Energía, que los recortes en el consumo de energía, racionamiento, cambios radicales en los hábitos sociales y en definitiva, que nuevamente las limitaciones en los derechos y libertades de todos los ciudadanos, sea la solución.

Líderes mundiales como el señor Macron, anunciando “el fin de la abundancia”, negándose a apoyar la construcción de nuevas infraestructuras e interconexiones de gas entre España y Francia que podría abastecer de gas al resto de Europa, no fomentar el autoconsumo, no apoyar con valentía e inversión pública las energías renovables, ser incapaces de limitar realmente el tope de los precios de la energía y combustibles, y para lo que den de sí sus concienzudos estudios y asesores sea la limitación del uso del aire acondicionado en oficinas, centros comerciales, transporte público, cortes de suministro energético regulado, racionamiento de los mismos y otras absurdas medidas, me generan auténtico estupor, preocupación y vergüenza.

Mi madre me decía, cuando era jovencito y quería animarme y quitarle hierro a mis problemas que, “todo tiene solución, menos la muerte” ahora también sé que pactar, negociar, conveniar o reglar topes en los precios de las energías e hidrocarburos de los que depende la estabilidad mundial, y frenar la inflación, tampoco tiene solución.

Tampoco se puede evitar que los padres, a la vuelta al cole, tengamos que afrontar un incremento en torno a 500 euros por niño al escolarizarlos este nuevo curso, tampoco.