“Sin Vivienda, no hay dignidad”.
Al final ha pasado.
Los Agentes Sociales y los representantes sectoriales llevamos 20 años advirtiendo y anunciando, lo que al final ha pasado. Y debo decir que es una verdadera pena, es una lástima que con los informes, propuestas y consejos gratuitos que le hemos hecho llegar a las Administraciones Públicas, hoy nuestra sociedad y sobre todo nuestros jóvenes, estén sufriendo un auténtico drama para poder acceder a una vivienda digna.
No se libra ningún partido político, ni ningún Gobierno, autonómico, local y por supuesto nacional. Desde hace décadas no han sabido prever lo que se nos venía encima. Nadie supo analizar con la cautela, calendario, seriedad y profesionalidad lo que requería diseñar una política social de vivienda eficaz y adecuada a las verdaderas necesidades y demandas presentes y futuras de nuestro país.
Estoy muy enfadado, porque con los pronósticos que tantas y tantas veces, al menos desde CONCOVI, les adelantamos, se podía haber evitado o al menos paliado esta crisis, en lo concerniente a la primera vivienda.
La Educación, la Sanidad, la Justicia, la Seguridad, el Transporte, el Consumo, son áreas y derechos sociales que, sin ninguna duda, son absolutamente necesarios para que una sociedad avance y se desarrolle con normalidad y equidad, pero por encima de todo, está el Trabajo.
Nadie pone en duda que el trabajo dignifica a la persona y le permite disfrutar de todo lo anterior. El incremento del paro paraliza o ralentiza la economía y un país entra en la peor crisis a la que se puede enfrentar. Pero ¿qué pasa entonces con la política de Vivienda?, yo os lo digo; pues que nadie se lo ha tomado nunca en serio. Los programas electorales y sus puestas en prácticas son tan cortoplacistas que estaban muy ocupados en los derechos anteriormente mencionados, y el Sector de la Vivienda era y ha sido, hasta ahora, absolutamente secundario.
Y sin embargo, si nadie discute que el Trabajo dignifica a la persona, yo puedo acreditar que, tras miles de consultas y entrevistas, de nada le vale, si no puede acceder a la vivienda que le permita emanciparse, desarrollarse y en definitiva, iniciar su propia vida creando su hogar.
Sin Vivienda, no hay dignidad.
Como la Vivienda ha sido tan mal tratada, diría que despreciada y demonizada en los años de la crisis inmobiliaria, el problema lo tenemos y nos llega hoy, sin capacidad para atender, ni responder a los más de trescientos mil nuevos hogares que se crean cada año.
Y aunque nos pese, hemos de ser muy sinceros con los mensajes e información que le demos a la sociedad y también debemos serlo con nosotros mismos. Por ello hay que decir alto y claro que, un programa político, social, económico y financiero que aborde soluciones valientes para impulsar la producción de vivienda asequible verá sus primeros frutos, como mínimo, en 4 o 5 años.
Las mismas miras cortoplacistas de los programas de colaboración público-privada en las que suelen trabajar los responsables políticos, son una de las causas que han impedido poner en práctica los desarrollos inmobiliarios que hoy habrían reducido la dramática situación en la que nos encontramos. Y es que, legislar normas y leyes adecuadas, producir suelo apto, conveniar pactos de colaboración, redactar y diseñar proyectos asequibles, financiarlos, construirlos y entregarlos, si han de dirigirse y beneficiar a miles y miles de familias por toda España, requiere mucho, mucho tiempo, mucha, mucha dedicación, pero sobre todo, mucho, mucho compromiso social.
Ahí es donde CONCOVI se ha ofrecido y seguirá haciéndolo, fielmente, para poder ayudar a nuestra Administración en todo lo que podamos, como lo venimos haciendo desde 1957.
Los españoles y los miles de extranjeros residentes y que trabajan legalmente en nuestro maravilloso país, esperan de nosotros y de sus políticos que uno de los legados por los que mañana mereciera la pena escribir uno de los capítulos de nuestras miserables memorias, fuera que hicimos algo de verdad por permitir el acceso a una vivienda digna y adecuada a nuestros conciudadanos.
Yo sigo intentándolo, y creo de corazón que, si de verdad queremos, podemos conseguirlo.
A quien quiera recoger el guante.